A modo de presentación:
Cada día que pasa, nos levantamos y lo primero que hacemos es... abrir el grifo y refrescarnos la cara con agua clara.
¿Nos preguntamos acaso como se produce ese milagro cotidiano cuando sale agua corriente y dulce por el grifo?. La verdad es que no.
Agua corriente y dulce... El agua es inodora, incolora e insípida... pero en realidad nos sabe a dulce. Ese es el primer milagro del día. Cada agua, dependiendo de su origen puede tener algo de sabor, o incluso ninguno, esa es la mejor, la que no sabe a nada, es decir, la que nos sabe a dulce. ¿y aún no nos preguntamos que hay detrás de ese milagro...?.
Para que esa agua que cada día nos ayuda a despejarnos debe ser tratada adecuadamente, pero lo más importante es que necesite el mínimo tratamiento posible. Esto es, que el agua sea de origen lo más pura posible. ¿Es esto posible?. Cada vez menos. ¿Porqué? Pues porque no sabemos cuidar el medio ambiente que nos rodea y por tanto cada vez es más difícil conseguir esa agua dulce original que tanto desearíamos disponer en nuestro grifo.
Para que esa agua, de la que nos alimentamos bebiéndola, sea como debe ser, o saber..., es decir, dulce, necesitamos esforzarnos. Cada uno de nosotros debe mantener una actitud responsable respecto hacia al medio ambiente que nos rodea y eso significa que debemos poner empeño en dos acciones muy importantes:
- consumir la menor cantidad de materias primas posibles y
- consumir la menor cantidad de energía posible,
Con esto conseguiremos asegurar que cada día al abrir el grifo saldrá agua dulce por él y nosotros y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos... podrán seguir disfrutando de ese milagro del agua dulce saliendo del grifo de nuestra casa.